El día que nacieron cada uno de nuestros hijos, sentimos que el tiempo se detenía. Como si el mundo dejara de girar por unas horas. Si alguna vez hemos vivido el momento presente con todo su intensidad, fue ese. Ni pasado, ni futuro. Sólo presente. Nosotros y ellos. Un momento difícilmente descriptible y en el que se mezclan diferentes emociones y sensaciones, como la felicidad, amor, paz, quietud.. y miedo. Sí, miedo. Miedo a lo desconocido, miedo al abismo que se abre ante nosotros. Un miedo que nos permitirá afrontar ese nuevo mundo, como primerizos, de manera cauta. Con la máxima atención puesta en cada uno de nuestros sentidos, pues es ahora cuando aflora nuestro instinto animal de protección de la camada.

Dos embarazos, dos partos, dos crianzas. Ninguna experiencia igual a la otra. Experiencias tan semejantes, tan diferentes. Nada es igual. De nada sirve que te lo cuenten.

P&H